Bellas Almas,
Vuelvo hoy con vosotros con un artículo del recopilatorio del cual en el blog ya hemos realizado varios artículos sobre los Libros Sagrados que desde tiempos ancestrales existen, hoy daremos una breve pincelada a uno de estos libros, que en realidad son dos, que son de suma importancia dentro de una cultura y una civilización tan importante como fue la egipcia, de la cual aun hoy en dia se conservan vestigios, hablaremos sobre el Libro de Ra, y el Libro de Amon Ra.
En la cultura egipcia a la que tantas cosas debemos, es sabido por todos que sus creencias a parte de la reencarnación, era el culto a sus Dioses, sus miles de Dioses y deidades, de hecho creían que el mismo faraón, era la encarnación de un Dios viviente, de todos los Dioses, el mas conocido y con mas poder, era, Ra, Dios del Sol, y del cual nacía todo, Amon era también una deidad egipcia, conocido por ser el Señor de Tebas.
Pero centrándonos en este libro que tantos secretos, guarda, que en si mismo era un misterio, pues era y es aun considerado con un libro inciativo de magia, de hechizos, de conjuros de alto poder, donde se entremezclaban ritos funerarios, con actos de magia, y rituales iniciativos donde se invoca y conjuraba a los espíritus no solo de los Dioses, sino de los muertos, diremos que el Libro de Ra y el libro de Amon Ra, son en realidad dos libros, se les conoce mas habitualmente como el Libro de los Muertos o libro de las sombras y el Libro Dorado, el libro de Ra, la suma de los dos libros, mezcla el poder de la luz y de la oscuridad, vendría a ser algo parecido al libro de las Sombras de la antigua cultura celta (libro del cual ya hablaremos en otro artículo)
Si en el libro de Anubis o libro de los muertos, existían toda una serie de ritos morturios, hechizos y conjuros, para los difuntos, para guiar al alma a la otra vida (recordad que los egipcios creían en la vida después de la muerte), invocaciones para los espíritus, e incluso maldiciones, en el Libro Dorado o libro de Ra, era conocido como el libro de la Vida, pues en el se encontraban también una serie de ritos, invocaciones y hechizos que era capaces de devolver la vida.
Textos antiguos y leyendas, cuentan, que cuando Osiris murió (y su cuerpo fue descuartizado) a manos de su hermanastro Seth, su esposa y alma gemela Isis, una vez hubo recuperado todos los trozos excepto uno del cuerpo de Osiris, se encerró durante varios días en el interior de la pirámide mortuoria de Osiris con varias de sus sirvientas y que mediante el uso de estos dos libros, juntamente con rituales iniciativos de alta magia de las cuales Isis era conocedora, pues recordemos que era una iniciada en la alquimia sexual y en la magia pudo hacer volver de entre los muertos al alma de Osiris, y así una vez realizado esto, antes que el alma volviera al reino de los muertos, pudieron concebir a su hijo Horus.
El libro o mejor dicho los dos libros, tenían que leerse en voz alta para ejercer fuerza e influencia en los poderosos hechizos que en el se contienen
Para terminar este artículo os dejo con una breve descripción de este Libro que en la actualidad los originales se encuentran en el Museo del Cairo, yo vuelvo el domingo, con el artículo de Fin de Año, artículo que cerrará el mes y el año.
Miles de Bendiciones de Paz, Luz, y Amor desciendan sobre vosotros!
Con Amor
Sylena (alma gemela y guerrera del amor verdadero)
Este libro es también llamado “Libro Oculto de la Morada”, también conocido como “El Libro de la salida a la luz del día”, sin embargo la más empleada es El Libro de los Muertos. Es un libro que se oculta a sí mismo, según es dicho en sus últimos párrafos.” No dejes que le vea ningún hombre. El hecho de divulgarlo, constituye una tremenda abominación. Ocúltale, para que nadie sepa que existe”
Este libro misterioso se compone de una sucesión de figuras acompañadas casi siempre de su correspondiente texto. Su lenguaje es jeroglífico hierático.
Es sin lugar a dudas un documento iniciático, encontrado en el interior del sarcófago de las momias de los altos dignatarios del antiguo Egipto. Rollo misterioso que se colocaba bajo la cabeza del difunto y que narraba bajo una forma simbólica, el viaje de ultratumba del alma, según los sacerdotes de Ammón-Ra.
Según la tradición egipcia el autor e inspirador de esos cantos mágicos fue Thot.
El Libro de los muertos fue una obra fundamental de la cultura del antiguo Egipto. Era un texto muy extenso: algunos ejemplares conservados en rollos de papiro alcanzan cuarenta metros. También era un producto caro, por el que se podía pagar un deben de plata, la mitad de la paga anual de un campesino. Pero, para los egipcios, el valor de este texto era incalculable, ya que sus fórmulas permitían a los difuntos alcanzar el Más Allá.
Tales fórmulas se inscribían en rollos de papiro y en las vendas de lino de las momias, las paredes de las tumbas, los sarcófagos y los elementos del ajuar funerario del difunto. Sin ellas, la persona fallecida podía sufrir una segunda muerte que significaría su total aniquilación.
Era el sacerdote quien recitaba las primeras fórmulas del Libro durante la ceremonia funeraria, cuando se trasladaba el sarcófago a la tumba. Una vez allí, se practicaban rituales para revitalizar los sentidos, entre los que se contaba el de la apertura de la boca, por el que se abrían mágicamente los ojos, las orejas, la nariz y la boca del difunto, quien, una vez recuperados los sentidos, emprendía su viaje por el Más Allá. Para los egipcios éste era un momento de esperanza, como se expresa en la fórmula nueve del Libro de los muertos, que los egipcios llamaban Libro para la salida al día: "
Los egipcios creían que el difunto emprendía un viaje subterráneo desde el oeste hacia el este, como Re, el sol, que tras ponerse vuelve a su punto de partida. Durante ese trayecto el fallecido, montado en la barca de Re, se enfrentaría a seres peligrosos que intentarían impedir su salida por el este y su renacimiento.
El fallecido podía adquirir las propiedades de varias divinidades y luchar contra los enemigos
El juicio del alma
Finalmente, el difunto llegaba a un laberinto, protegido por una serie de veintiuna puertas, aunque otro pasaje del Libro dice que son siete. Ante cada una de ellas, el difunto debía pronunciar un texto determinado, mencionando el nombre de la puerta, del guardián y del pregonero. En cada ocasión, la puerta le decía: "Pasa, pues eres puro".
Una vez pasado el laberinto, el difunto llegaba a la Sala de la Doble Verdad para que un tribunal formado por 42 jueces y presidido por Osiris evaluara su vida. Ante los dioses hacía la "confesión negativa", en la que citaba todas las malas acciones que no había cometido, según se recoge en la fórmula 125: "¡Yo os conozco, Señores de Verdad y Justicia! Yo os traigo lo Justo y he acabado con el mal. Yo no he hecho daño a los hombres. Yo no he oprimido a mis consanguíneos. Yo no he sido mentiroso en lugar de ser verídico. Yo no me he enterado de traiciones. Yo no he sido malvado. Como Jefe de hombres, yo no he hecho trabajar a ninguno cada día más de lo requerido".
Tras la confesión, llegaba el momento culminante del juicio, aquél en que se procedía a pesar el corazón del difunto. En un plato de la balanza, sostenida por Anubis, dios chacal de la momificación, se colocaba una pluma de avestruz, la pluma de Maat (Diosa Egipcia de la Justicia) que simbolizaba la justicia; en el otro plato se depositaba el corazón, que simbolizaba las acciones realizadas por cada persona. El difunto se salvaba cuando la pluma y el corazón quedaban en equilibrio.
Aquellos cuyos corazones hubieran pesado demasiado en la balanza eran considerados impuros y condenados
Tanta importancia se atribuía al pesaje del corazón que los egipcios elaboraban un amuleto específico, el escarabeo del corazón, que, como su nombre indica, se colocaba sobre el corazón del difunto durante el proceso de momificación. En el reverso del amuleto se inscribía siempre la fórmula 30 del Libro para que, en el momento del juicio final, el corazón no traicionara al difunto.
Finalmente, los dioses proclamaban su veredicto. Aquellos cuyos corazones hubieran pesado demasiado en la balanza eran considerados impuros y condenados a toda clase de castigos: sufrían hambre y sed perpetuas, eran quemados al atravesar un lago o cocidos en un caldero, una bestia salvaje los devoraba... Los justificados, en cambio, tenían motivos para felicitarse. "Aunque yazgo en la tierra, yo no estoy muerto en el Occidente porque soy un Espíritu glorificado para toda la eternidad", dice una fórmula del Libro de los Muertos. Ante ellos se abría el paraíso de los egipcios.
El trabajo en el Más Allá
El mundo de ultratumba en el que vivirían los difuntos virtuosos se conocía como Campos de Ialu o Campo de Cañas. Los egipcios lo imaginaban como un lugar muy parecido a Egipto, con ríos, montañas, caminos, cuevas y campos muy fértiles, en los que crecía la cebada hasta los cinco codos de altura. El difunto, sin embargo, debía preocuparse por obtener su sustento. Aun siendo un "glorificado", según decía una fórmula del Libro de los muertos, tenía que "arar y segar, comer y beber, y realizar todas las cosas que se hacen en la tierra"para finalmente disfrutar de la vida eterna
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